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Cristina apela a Francisco antes del viaje a Nueva York

«¿Sabés cuándo va Cristina a las Naciones Unidas?», se interesó el Papa Francisco el martes de la semana pasada cuando parlamentaba en un salón de la residencia de Santa Marta con su operador porteño Eduardo Valdés. De memoria, o porque lo estudió antes o era un diálogo guionado, respondió que el lunes 22 Cristina de Kirchner tenía previsto estar en Nueva York. «Entonces te voy a dar una carta que le vas a llevar vos en persona para que venga a almorzar conmigo el sábado 20 de septiembre». En la noche de ese día Valdés comunicó la noticia a Buenos Aires, le pidieron que lacrase la información y que viniera pronto con la carta.

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La leyó recién el domingo Cristina de Kirchner y de inmediato aceptó la invitación: el Papa la recibirá ese día para un almuerzo en el que hasta ahora tiene un solo invitado más, el secretario presidencial Oscar Parrilli. Para los observadores neutrales es un gesto más de cortesía vaticana esto de recibirla a la Presidente por cuarta vez en un año y medio (será el tercer almuerzo en la residencia de Santa Marta; hubo otro encuentro en Río de Janeiro). Para el Gobierno es resultado de una maquinación política del Santo Padre que quiere teñir de espíritu religioso la visita y el discurso que pocos días más tarde dará la mandataria ante la asamblea de la ONU con eje en las tribulaciones financieras del Gobierno. Como se trata de peronismo se impondrá con las horas esta segunda percepción y el viaje quedará revestido de alta política.

Esta ficción informativa de mensajes que van y que vienen tiene, como en esas alturas de Estado, su prehistoria: hace 20 días, cuando se accidentó Emanuel Bergoglio, sobrino del Papa en un choque en la autopista Rosario-Córdoba, Cristina llamó al Papa para solidarizarse y ofrecerle la ayuda que pudiera necesitar. En esa conversación se produjo la invitación, sin fecha aún, que quedó abierta para cuando Cristina fuera a los Estados Unidos. Ayer se conoció el final de esa coreografía al blanquearse el compromiso.

En el medio queda la pregunta a resolver por hermenautas y lectores de labios: ¿el Papa se beneficia de Cristina, o la Presidente del Papa? Quienes profesan la fe en maquinaciones y jugadas a tres bandas recuerdan que la anterior visita presidencial fue pocos días antes de que estuvieran en el Vaticano Barak Obama y, después, la reina de Inglaterra, en una señal de Francisco de establecer precedencias afectivas y también políticas. Ahora ocurre 48 antes del desembarco en Nueva York. Francisco es el argentino más importante y con más poder y es siempre un recurso para un país cuando tiene problemas. Lo fue para Polonia Juan Pablo II en emergencias más graves. Puede ser la clave para que la ONU haga algo para sostener la posición internacional de la Argentina, que busca tiempo hasta enero para reacomodar los bultos cuando se hayan disipado las amenazas RUFO. Aparecer apoyando al Gobierno y a la Presidente en momentos delicados es también una forma de reforzar el patronazgo de Bergoglio sobre un Gobierno que mudó desde la posición de tenerlo como principal opositor (creencia de Néstor Kirchner cuando era presidente) a esta fiesta de paz y amistad que mantiene con la actual Presidente.

Francisco le hizo llegar a Cristina una carta de invitación que le había confiado el jueves pasado en Roma al ex- diputado Eduardo Valdés, uno de los amigos más cercanos del Papa y que ha sido funcionario del Gobierno como jefe de Gabinete de la Cancillería cuando estaba allí Rafael Bielsa. Le pidieron la renuncia en un episodio del que nadie quiere acordarse luego de que la médica cubana Hilda Molina se encadenase, en gesto de disidencia frente al régimen castrista, en las rejas de la embajada argentina. Desde entonces ha permanecido afuera del Gobierno, pero con la exaltación de Jorge Bergoglio como Papa ha alcanzado una talla política notable porque es de los pocos argentinos que tiene el celular directo del Pontífice, que lo recibió la semana pasada por lo menos tres veces -es navegador de aguas profundas y puede haber habido algún encuentro más-.

Valdés estuvo en la tarde del domingo en Olivos con la Presidente y Parrilli para entregarle la carta manuscrita que le habían confiado en el Vaticano y en ese mismo momento la dueña de casa decidió aceptar la invitación. Con el secretario presente, revisó la agenda del viaje a Nueva York para acomodar los tiempos para estar en Roma el sábado 20, un día antes de que Francisco inicie un viaje pastoral a Albania.

La reunión en Olivos duró menos de una hora e incluyó un afable diálogo con el emisario papal sobre la semana argentina que vivió el Vaticano. Había un televisor encendido que transmitía el partido que Racing, casaca presidencial, perdía con Lanús y desanimaba a la Presidente. Valdés, que es hincha de River, aconsejó cambiar de canal y se solazaron los tres viendo el reconocimiento que le hacía el presidente Rodolfo D’Onofrio a Estela de Carlotto y a su nieto recuperado. Antes de despedirse el trío se comprometió a no anunciar el viaje hasta ayer a la mañana cuando el Gobierno publicó la carta, la agenda presidencial y Parrilli relató la visita de Valdés a Olivos, compromiso que le impidió estar en la cancha de River.

Quiéranlo o no los dos protagonistas de ese encuentro, lo que hablen y los gestos que crucen teñirán la participación de la Presidente ante la asamblea de las Naciones Unidas, adonde la Argentina espera completar la andanada de alegatos antibuitres que tendrá comienzo hoy con el debate sobre una convención para regular los procesos de renegociación de deuda soberana (Ver nota aparte). Cristina cita a Francisco cada vez que se refiere a la situación financiera internacional.

Por su lado el Papa, por si quedasen dudas, dedicó varios diálogos con argentinos que conversaron con él la semana pasada sobre sus dos preocupaciones. Una es por las once guerras que hay en el mundo y que nadie puede frenar. La otra es la desocupación juvenil en Europa, que explica como consecuencia de lo que llama «burbujas financieras». Según el Papa, los manejos especulativos dominan sobre los gobiernos, que se derrumban como ocurrió con Sarkozy en Francia y, más cerca de ahora, el de Hollande acosado por la derecha lepenista, o el debacle del socialismo español. En esos diálogos vaticanos con empresarios argentinos, el Papa recitó de memoria las cifras de desocupación juvenil -48% en Grecia, 42% en España, 40% en Portugal- que son, en su percepción, el camino a la pobreza, a la delincuencia y a la droga.

El entusiasmo oficial por esta cita se alimentó en las últimas horas al conocerse otras expresiones de Francisco sobre este punto, como que la Argentina es el ejemplo hoy en el mundo de las consecuencias de las especulaciones financieras.

En la cita del martes, Valdés le llevaba a Francisco una inquietud: Diego Maradona quería una cita a solas con el Papa.

-Traelo el jueves a las 3 de la tarde, pero sin demorar porque después tengo el acto de cierre de la reunión de las Scholas Ocurrentes.

-Tengo otro pedido, padre -es como llaman los íntimos al Papa-, ¿va a recibir a Guillermo Moreno, que hace un año que está acá en Roma y no lo ha podido ver?

-Que venga con Diego, porque además soy amigo de su mujer, Marta.

Dos días más tarde ingresaban el 10, los Moreno y Valdés a la salita chica de Santa Marta. Allí hubo un aparte a solas de Francisco con el futbolista cuyo contenido de confesión nadie revelará jamás. Al salir, sacó de su bolsillo un sobre con la carta a Cristina, que tuvo un agregado: «Tengo un gran recuerdo para este muchacho Parrilli. Le debo una, porque fue quien me invitó a aquella misa en la iglesia de San Patricio en 2006, cuando las relaciones con Kirchner no eran las mejores. Ojalá Cristina lo invite a venir al almuerzo». Eso lo contó el domingo Valdés en Olivos y el secretario presidencial se ganó el pasaje al Vaticano en el acto. Ayer comenzó a armarse la comitiva que la acompañará, que puede incluir como integrante oficioso a Valdés, partero de la historia, a la mejor amiga del Santo Padre, Alicia Oliveira; al secretario de Culto, Guillermo Oliveri; al vocero, Alfredo Scoccimarro; y al canciller, Héctor Timerman.

Fuente: Ámbito Financiero