Arde el celular de Massa

El peronista Sergio Massa y el gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, pasaron ayer otro día de playa en Porto Seguro, Brasil. Lejos del frenesí por la campaña para el balotaje del 22 de noviembre, el exintendente de Tigre y Malena Galmarini, su esposa, se enteraron allí del pedido público de disculpas de Daniel Scioli, con dos años de delay, por el presunto intento de «robo» perpetrado por un agente de inteligencia de Prefectura en su hogar. Por ahora, prefiere guardar silencio: ni acepta ni rechaza las disculpas.
Las disculpas de Scioli fueron públicas. Massa no le atiende el teléfono. Partió a Brasil el fin de semana y mañana volverá a mostrarse en un almuerzo con empresarios. Viajó sin sus teléfonos celulares oficiales. Los aparatos quedaron en el país a cargo de Ezequiel Melaraña, vicepresidente de Tigre y amigo íntimo de la infancia del Colegio Agustiniano. Es el encargado de recibir los desesperados llamados que gobernadores, intendentes, sindicalistas y hasta un obispo le realizaron a Massa en las últimas 48 horas.
Massa disfruta por ahora su poder de negociación. La Argentina celebrará su primer balotaje de la historia y nunca un candidato presidencial que haya salido tercero estuvo tan en el centro de la escena electoral. De lo contrario, Scioli nunca se hubiese disculpado. Ayer, mientras almorzaba una feijoada con la familia Morales, su hijo Totó puso de manifiesto el fin, al menos transitorio, del agobio público: «Papá, es la primera vez que podemos charlar sin que te paren para pedir fotos». Ahora esa foto la busca Scioli con desesperación a través de herméticas gestiones de embajadores políticos del Frente para la Victoria que, a esta altura de la campaña, negocian por las suyas y con escasas dosis de altruismo.

Los teléfonos celulares de Massa arden. El tigrense deriva los llamados. Melaraña no sólo es su cábala, amigo y hombre de máxima confianza. Es una garantía para gerenciar el sistema de relaciones públicas de Massa por su capacidad y racionalidad en uno de los momentos de mayor presión sobre el tigrense. El jefe del Frente Renovador sólo se comunica con José Manuel de la Sota, Graciela Camaño, Roberto Lavagna y con Felipe Solá. Lavagna también se tomó unos días de descanso en un campo. Y Camaño viajó al sur a visitar a su hija bióloga que la premió con otro nieto.
Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta, tiene más perfil massista que kirchnerista. Vía Camaño, una de sus maestras en la política, mantiene un aceitado vínculo con Massa. Urtubey encaró gestiones a pedido de Scioli para intentar acercar al excandidato presidencial del Frente Renovador. Lo llamó por teléfono desde Entre Ríos sin demasiados resultados auspiciosos para Scioli. Por las dudas, Urtubey también cuida la gobernabilidad de su provincia luego del triunfo de la UCR en Jujuy, territorio limítrofe donde cayó Eduardo Fellner, jefe del PJ a nivel nacional. El salteño no es el único gobernador PJ que intenta hablar con Massa. El saliente José Alperovich también intenta ablandarlo.
El solitario celular de Massa en Tigre, gestionado por Melaraña, también recibió llamadas perdidas de sindicalistas alineados, por ahora, con Scioli, como Antonio Caló. La delantera de intendentes que intentan tender puentes con el massismo son Gabriel Katopodis (San Martín) y Gustavo Menéndez (Merlo). Ambos ganaron sus distritos y son dialoguistas. Pero desde el Frente Renovador sólo agradecen las gentilezas y las ofertas.
Scioli encabezó ayer una reunión con intendentes en Gestar. Como fracasó la oferta para integrar a Lavagna y De la Sota a un eventual gabinete del Frente para la Victoria, ahora prueban suerte con Gustavo Iaes, a quien le ofrecieron la cartera de Educación. También sondearon a Daniel Arrollo para Desarrollo Social.
En las elecciones presidenciales del 25 de octubre, el frente Unidos por una Nueva Alternativa (UNA) obtuvo 21 por ciento de los votos. El massismo tiene un estudio de ese microuniverso de electores que rechazaron tanto a Macri como a Scioli. De acuerdo con esa encuesta desagregada, a una semana de los comicios, 9 puntos se corrieron hacia Mauricio Macri; 6 puntos fueron a Daniel Scioli y existen 6 puntos más que, de acuerdo con el Frente Renovador, esperan la definición de Massa y admitieron que votarían de acuerdo con la manifestación del candidato. Este último porcentaje corresponde al norte y noreste del Gran Buenos Aires y del norte del país.
El principal bolsón de votos massistas que ansía Scioli está en el norte del conurbano bonaerense y en el norte del país. Sólo municipios como San Fernando y Tigre representan un punto del electorado a nivel nacional. Mientras Massa define si explicita su apoyo, Scioli y Macri hacen cuentas milimétricas. El gobernador de Buenos Aires ruega retener su 37%, sumar 1 punto de Adolfo Rodríguez Saá y 6 puntos de votantes de Massa: llegaría a así al balotaje con 44 puntos.
Macri también especula con su 34%, y las posibilidades de expandirse de cara al 22 de noviembre: sumaría un 1,5% de Margarita Stolbizer, un 0,5% de Rodríguez Saá y un 9% del Massa que lo ubicarían con un consolidado del 44,5%. Los votos del Frente de Izquierda de los Trabajadores están fuera de disputa: de los 3 puntos cosechados por Nicolás del Caño, 2 van a votar en blanco, y el tercero se reparte mitad y mitad entre Scioli y Macri. Massa sigue siendo la clave, tendría en sus manos 6 puntos decisivos de cara a las siguientes semanas de campaña.
Melaraña, una vez más, también aparece con el puente de oro hacia el PRO. Atiende a Diego Santilli y Horacio Rodríguez Larreta. Mañana, después de almorzar con empresarios en el Hotel Alvear, Massa encabezará una cumbre con sus diputados e intendetes de la provincia de Buenos Aires para analizar el nuevo escenario con María Eugenia Vidal como gobernadora del principal distrito electoral del país. El jueves irá a Salta a reunirse con Gustavo Saénz, intendente electo de la capital provincial y objetivo directo de Cambiemos, que busca una sugestiva foto con este jefe comunal. Massa volverá al país y se reencontrará con sus teléfonos en llamas.