Política

Gobierno saborea crisis del PJ y acefalía de la CGT

La Casa Rosada no podía pedir un mejor escenario: la CGT evitó ponerle fecha al paro, se desvirtuó la movilización por incidentes y el peronismo exhibió su fractura expuesta en plena campaña electoral. La interna del PJ fue televisada y exhibida a gran escala, tapó en los títulos la masiva marcha docente del lunes y oxigenó al gobierno de Mauricio Macri en medio del Correo Gate y la investigación en torno a Avianca.

El peronismo es inorgánico y horizontal. Casi un oximorón peronista. El trinvirato de la CGT había logrado convocar a todas las tribus del PJ y ocupó así, al menos durante unas horas, la centralidad del peronismo. La unión transitoria de empresas no duró demasiado. Facundo y Pablo Moyano terminaron tirando trompadas con una columna de manifestantes kirchneristas que se movilizaron a través de columnas de intendentes ultra K como Patrico Mussi (Berazategui) y Jorge Ferraresi (Avellaneda).  “Pongan fecha, hijos de puta, nos estamos cagando de hambre”, fue el insulto que recibieron los hijos de Hugo Moyano.

Florencio Randazzo debutó como pre candidato del PJ en el peor teatro político. Sólo, repartió selfies en la calle antes de los incidentes. Tampoco confirma fecha, al igual que la CGT. Sin fecha de lanzamiento, se limita a intercambiar mensajes de Whatsapp: “hay que estar atentos al tema social”.

En el gobierno nacional el diagnóstico fue tajante: el peronismo no tiene conducción. El kirchnerismo, sí. Recluídos en La Cámpora y en sectores del Grupo Fénix liderado por la matancera Verónica Magario, los seguidores de la ex presidente terminaron copando el acto de la CGT y reclamando a los gritos que la central obrera defina fecha de paro general. No avalan la toleranica a la gestión de Mauricio Macri ni tampoco la apertura de una negociación que los gremios, desde la óptica neo camporista, le negaban a Cristina.

Moyanismo, massismo, kirchnerismo, peronismo ortodoxo, inorgánicos, randazzistas. La fractura del PJ quedó brutalmente expuesta y no parece cicatrizar de cara a las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del 13 de agosto. En poco menos cuatro meses, el 14 de junio cerrará el plazo para anotar frentes electorales ante la justicia electoral. El peronismo se asoma a un abismo político si pretende unificarse de cara las legilsativas de octubre. En Cambiemos la única definición está atada, al igual que en el pernismo, al futuro de Cristina. Si la ex presidente no se presenta como candidata por la provincia de Buenos Aires, Jorge Macri emergería como el postulante del oficialsimo. pero si la ex jefe de Estado resuelve competir en territorio bonaerense -como diputada o senadora-, la diputada de la Coalición Cívica ebncabezaría la nómina de Cambiemos,

Marcos Peña siguió el acto de CGT desde la Quinta de Olivos. Mantuvo agenda con Eduardo Amadeo, el peronista experto en diagnóstico sociales que adoptó el PRO, y con el secretario de Asuntos Políticos e Institucionales del Ministerio del Interior, Adrián Pérez. El macrismo, a pesar de la disdencia de Elisa Carrió y de un sector de la UCR, se enfoca en resolver aspectos más paragmáticos de la elección. Por ejemplo, si es conveniente dejar el escrutinio provisorio en manos del Correo Argentino, gerenciado por Oscar Aguad desde el Ministerio de Comunicaciones. No hay margen para repetir errores.

La CGT oxigenó a Macri. El kirchnerismo, que había cancelado la peregrinación a Comodoro Py a pedido de Cristina, para reforzar la unidad del peronismo, quedó preso de la interna PJ y el caos sindical. Especies peronistas tan disímiles o idénticamente iguales como Aníbal Fernández y Julián Domínguez, Daniel Scioli, Fernando Espinioza, La Cámpora de Máximo Kirchner, terminaron en medio del fuego cruzado del peronismo. Esta vez acertó Sergio Massa quien no asistió al acto a pesar de que los intendentes del Frente Renovador movilizaron tropa. Hasta el momento de las corridas, trompadas y desmanes, la principal suspicacia del acto apuntaba a Héctor Daer, diputado nacional del Frente Renovador, como orador de cierre.

Más allá de los incidentes finales, los discursos de Luis Acuña. Juan Carlos Schmid y Daer estuvieron vacíos de contenido. La amenaza del paro, un manual de operación gremial para abrir una negociación con la Casa Rosada, ocupó el centro de la oratoria sindical. El triunvirato apoyó el reclamo docente, la convocatoria a una paritaria nacional y pidió la reglamentación de la ley de emergencia social. No hubo otras propuestas.

El Grupo Esmeralda de Martín Insaurralde y Fernando Gray encabezó su propia columna. permanecieron lejos de otros sectores en la esquina de 9 de Julio y Chile. Lejos de otros asistentes como Aníbal Fernández, Scioli, Randazzo y Domínguez. “Hace un año y medio que los trabajadores pierden capacidad de compra, puestos de trabajo, y que cae la producción nacional. Hay un malestar generalizado que el gobierno debería advertir”, fue la queja de Gray, de Esteban Echeverría.

El presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, a pesar de los incidentes, destacó la movilización: “Estoy seguro de que la CGT va a estar a la altura de las circunstancias y va a fijar pronto la fecha del paro”. El peronismo, que había encontrado a la CGT como actor político capaz de ocupar la centralidad de un movimiento acéfalo, terminó con sordos pedidos de renuncia al triunvirato de conducción.