Marcos, en cuarentena hasta la campaña
La reclusión de Marcos Peña quedó brutalmente expuesta en una de las jornadas más delicadas para el gobierno. Mientras Rogelio Frigerio defendía el Presupuesto 2019 en Diputados y Nicolás Dujovne anunciaba la ampliación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el jefe de gabinete repasaba con Horacio Rodríguez Larreta y sus funcionarios los preparativos de los Juegos Olímpicos de la Juventud. «Son los eventos deportivo y político de primer nivel para la Ciudad de Buenos Aires», afirmaron.
Peña se sentó ayer en la reunión de gabinete porteño que encabezó Rodríguez Larreta en el primer gesto público de distensión de la interna Cambiemos luego del recorte de Ministerios y la expulsión del dúo Gustavo Lopetegui-Mario Quintana del staff presidencial. El jefe de gabinete de la Nación se invisibilizó tras la sorda rebelión interna del macrismo que incluyó no sólo a los Ministros de Mauricio Macri sino también a María Eugenia Vidal.
En la mesa de funcionarios de Larreta hubo ayer incluso cuestionamientos a Peña por la eliminación de los subsidios al transporte y a la tarifa social eléctrica. Sergio «Chiche» Constantino le reclamó por la diferencia en las tarifas de servicios públicos en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires. El jefe de gabiente de Macri le respondió que justamente por eso ahora el gobierno porteño se haría cargo de definir las políticas tarifarias más allá de los subsidios.
El último desliz público de Peña había sido cuando, en medio de la corrida cambiaria y la disparada inflacionaria, aseguró ante empresarios en el Council de las Américas en el Hotel Alvear que «no estamos ante un fracaso económico», además de asegurar que no se analizaban cambios en el gabiente nacional. Desde Frigerio, que declaró que todos los funcionarios eran prescindibles, hasta Vidal salieron a diferenciarse de Peña quien insistía ya sin credibilidad en que no habría cambios en el equipo de gobierno. La gobernadora incluso habló de «soberbia» y admitió: «Estamos ante una dificultad y no reconocerlo sería no entender a la gente».
Desde el día del tropiezo en el Alvear, el jefe de gabiente de la Nación bajó el perfil y perdió la función de «controller» de los Ministros que ejercía a través de Quinatana-Lopetegui. La llegada de Andrés Ibarra como vice jefe de gabiente con terminal propia en el Presidente también desinfló el volumen de la jefatura política de Peña dentro del gabinete. Sin embargo, el Presidente lo conservará en su cargo al menos hasta las próximas elecciones donde hasta sus adversarios internos le reconocen aptitud para el diseño de campaña electorales.
Cambió incluso la estrategia comunicacional. Peña dejó de aparecer como vocero político con defensas monolíticas de la gestión para oxigenar la exposición de los Ministros que en un giro drástico de discurso comenzaron a admitir la crisis económica más allá de la metáfora de «tormenta» pasajera que usaba en funcionario.